martes, 8 de octubre de 2013

NUEVA MODA: NO A ESAS FOTITOS POCO CORRECTAS AL LADO DE LOS SAGRADOS TITULARES...

Así es y cada vez se percibe mas (todos lo hemos visto alguna vez), la moda de echarse fotos al lado de nuestros sagrados titulares en una posición amigable ó poco correcta, no es algo concreto de alguna hermandad, es algo que ya se ha generalizado (viendose hasta normal), aprovechando que bajan a la tierra y se ponen a nuestro nivel, ya sean en unos cultos ó en cualquier acto. 

Como aquel que se echa una foto con su colega ó su grupo de amigos, se aprovecha para echarse una foto al lado de DIOS ó MARIA.

La crítica hacia esas fotos es debido al respeto y pleitesía que le debemos mostrar a nuestros titulares, si queremos luego que toda la gente los trate con respeto al pasar de una cofradía, en un culto ó en el simple hecho de mostrarse delante de DIOS ó su MADRE. Por qué para muchos, no son unos colegas mas, ellos son mucho mas y aunque se bajen a la tierra, para tenerlos mas cerca, no debemos de aprovechar para realizar tal foto o estampa, que no sólo se echa, sino que las redes sociales se inunda de ellas, dando lugar a una perdida de valor para la hermandad y una falta de respeto hacia los titulares, perdiendo su esencia. Es un momento que debemos de aprovechar para nuestra intimidad y gozo interno, guardandolo con cariño, porque si de verdad te llena y te impone, solo el acercarte te deja atónito y el mirarle no podrás aguantar, por tanto lo ultimo que pensarías es "en echarte una foto a su lado riendote". 


Se está perdiendo el respeto, el norte y el sentido de todo, con esas actitudes y con la perdida de simbolos como el santiguarse al paso de una cofradia ó al mostrarse ante ellos, eso en vez de ser obligación, se está quedando en el olvido... Todo esto no ayuda en nada al respeto de nuestra FÉ (esa que luego pedimos), esa que para muchos es una forma de vida.

martes, 1 de octubre de 2013

OCTUBRE, MES DEL SANTO ROSARIO...

Quien no recuerda de antaño los atardeceres esplendorosos cuando reunidos abuelos, hijos y nietos después de la cena nos sentábamos en el corredor de la casa o en la sala para rezar el Santo Rosario. Era el abuelo o la abuela, el papá o la mamá quienes iniciaban y dirigían esta oración en el ocaso del día. Como, esas avemarías repetidas con una correcta vocalización y con una tonalidad que invitaba a la reflexión, llenaban de gozo y fe el alma de todos en casa. Como, al contemplar la imagen de la Santísima Virgen o del Sagrado Corazón de Jesús, nuestros corazones se llenaban de júbilo y los ojos del alma se abrían de par en par sintiendo el gozo de los discípulos de Emaus. Era sin lugar a dudas que nuestras vidas familiares y personales por medio de esa bella oración entraban en una fraterna comunión con el Señor. Sentíamos con el rezo del Santo Rosario que vivíamos una intima unión de fe con la Iglesia universal. Sentíamos con el Santo Rosario la presencia del Señor en nuestra casa y con su presencia vivíamos la unidad de la familia, el fortalecimiento de la fe católica, la fidelidad a nuestra iglesia, el crecimiento de los valores de la familia y de nuestra sociedad; la paz en el hogar, en nuestro pueblo, en la patria y en el mundo entero y algo bien importante: nos sentíamos iglesia viva. Comunidad domestica de fe. Era como si en la casa se viviera una mínima parte del misterio de Cristo encarnado en el acontecer de nuestras vidas individuales y en el colectivo de nuestra familia y sociedad. El Santo Rosario en épocas llamadas fuertes como los meses de mayo, mes dedicado a la Santísima Virgen y octubre mes consagrado a la devoción del Santo Rosario son épocas del año en los cuales la familia vive con intensidad mayor la contemplación del misterio de Cristo que se reviste de nuestro ser humano y se hace vida entre nosotros compartiendo toda esa realidad nuestra, salvo la condición de pecado. El Santo Rosario se hace instrumento vital para nuestra realización plena de vida cristiana. Para una comprensión mayor de lo que significa en la vida del hombre el culmen de la celebración de su fe: la Eucaristía es necesario la contemplación plena y consiente de los misterios de nuestra redención a través del Santo Rosario. Es necesario caminar con Maria la historia de la obra salvadora de su Hijo.
El Rosario celebrado en familia y en la comunidad fortalece la unidad de los de casa y de la sociedad. Nos permite a todos como iglesia peregrina de Cristo caminar seguros a ser mejores cristianos; a servir a Cristo en la presencia verdadera de nuestros prójimos y particularmente de los pobres en los cuales Jesús prolonga su presencia humana. Esta devoción la mas grande de la tradición cristiana, después de la celebración de la Santa Misa, se constituye en una vivencia familiar de los misterios salvificos la cual presidida por la cabeza de la familia configura la iglesia domestica que crece a la sombra de Maria, la cual se hace camino para ese encuentro de la familia con Cristo. A la luz del Rosario la familia vive también el misterio de Iglesia que celebra a Cristo palabra revelada por la contemplación de los misterios que cuentan las proezas de Dios con su pueblo; iglesia que vive y siente a Cristo en su diario acontecer: en las alegrías de sus hijos y en sus tristezas, en sus preocupaciones y esperanzas. Es decir es todo una autentica dinámica de Cristo. Dinámica de vida, que tiene que culminar en un cambio, en vivencia plena de Dios. Este es el resultado final del Rosario: un descubrir a Dios y hacerlo proyecto de vida personal, familiar y de medio. Hagamos de este año de La Eucaristía que culmina precisamente en el mes del Santo Rosario, el momento oportuno para recuperar en nuestra vida domestica el rezo del Rosario en familia en grupos de vecinos, de barrio, de parroquia, de vereda, de empresa, de colegio, de universidad. Solo comprendiendo el sentido teológico del Rosario y viviéndolo podemos llegar a comprender en profundidad el misterio sublime de Dios que renueva en cada Santa Misa el milagro de la Encarnación ya no en el vientre de Maria sino en las especies de pan y vino para ser persona humana y Dios al servicio de sus hermanos, todos nosotros. Si rezamos el Rosario, mi vida cambia, mi fe crece, mi familia se santifica, mi Iglesia y sus pastores viven y me enseñan con su testimonio la grandeza de Dios: es decir vivimos a plenitud y al gozo la alegría de ser hijos de Dios y hermanos en Cristo. Se vive y se siente que el reino de Cristo esta ya en el mundo.